viernes, 27 de mayo de 2011

Evangelizar: Porqué y cómo?

Evangelizar significa anunciar al Señor Jesús con palabras y acciones, es decir convertirse en instrumento de su presencia y acción en el mundo. El primer objetivo de la evangelización es ayudar a todos a encontrar a Cristo en la Fe.



Benedicto XVI, en su homilía del 10 de septiembre del 2006 afirma: “La cuestión social y el Evangelio son realmente inseparables. Si damos a los hombres sólo conocimientos, habilidades, capacidades técnicas e instrumentos, les damos demasiado poco.” Lo que nos muestra como el encuentro con Cristo provocado por el proceso evangelizador involucra a toda la persona (inteligencia, voluntad, sentimientos, actividades y proyectos) y cada persona: destinataria de la evangelización es toda la humanidad.



La tarea de evangelización de la Iglesia es realizada en cumplimiento del mandato de Cristo que dice: “Vayan por todo el mundo y prediquen el evangelio a toda creatura. Quien crea y se bautice se salvará, pero quien no crea será condenado: (Mc. 16, 15 – 16). “Así como el Padre me ha mandado, también los envió yo” (Jn. 20,21). Este mandamiento de Cristo encuentra su fundamento y justificación en su infinito amor por la salvación eterna de los hombres.



La evangelización no es solo un deber es también un derecho irrenunciable, expresión propia de la libertad religiosa. El Beato, Juan Pablo II papa, nos recuerda en la Redemptoris missio, que los Apóstoles, movidos por el Espíritu Santo, invitaban a todos a cambiar de vida a convertirse y a recibir el bautismo. Cfr. Redemptoris missio n. 47. El mismo Juan Pablo II, en el número 46 de la encíclica citada nos recuerda que: “Cada persona tiene el derecho de oír la Buena Noticia de Dios che se revela y se dona en Cristo, para vivir plenamente su propia vocación”. A este derecho corresponde el deber de evangelizar. El amor de Cristo nos empuja a anunciar el evangelio a todos.



“El anuncio y el testimonio del Evangelio son el primer servicio que los cristianos pueden ofrecer a cada persona y todo el género humano, llamados a comunicar a todos el amor de Dios, que se ha manifestado en plenitud en el único Redentor del mundo. Jesucristo.” (Benedicto XVI, Congreso internacional, 40º aniversario del Decreto Conciliar “Adgentes”, 11 marzo 2006). Para concluir podemos nuevamente ayudarnos de las palabras del Papa, quien nos recuerda que la Iglesia, en su conjunto de bautizados, pastores y laicos, deben ponerse en camino para conducir a los hombres fuera del desierto, hacia el lugar de la vida, hacia la amistad con Dios. (Cfr. Benedicto XVI, Homilía de inicio de pontificado, 24 de abril 2005)

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